Analía Barría: de la lucha personal a la crítica política en Santa Cruz
En el ámbito político de Santa Cruz, una nueva figura emerge con una perspectiva crítica y contundente. Se trata de Analía Barría López, quien, motivada por una profunda experiencia personal, ha decidido entrar en la escena política desde La Libertad Avanza (LLA) para denunciar lo que describe como una «desidia» estatal y la falta de cambios reales.
En una entrevista con Ecos del Sur, Barría López compartió que su incursión en la política nace de un profundo descreimiento en el sistema de justicia, un sentimiento que surgió a raíz de una situación personal relacionada con su madre, Marcela López. La candidata denuncia que la causa de su madre, al igual que muchas otras vinculadas al poder, se encuentra «archivada» o «cajoneada».
Según Barría López, su experiencia reveló la existencia de una red de «corrupción y amiguismo» que impidió un progreso genuino en el caso. Critica lo que denomina «blindaje y clientelismo» para proteger a personas allegadas a sectores políticos, y cuestiona el oportunismo de quienes utilizan causas como «Ni una menos» para su propio beneficio político sin un compromiso real.
Crítica a un sistema que no cambia y la urgencia de Santa Cruz
La aspirante a un cargo público sostiene que, a pesar de los cambios de gobierno, «los dirigentes siguen siendo los mismos» y que, por lo tanto, las problemáticas fundamentales de la provincia no se resuelven. La candidata subraya el alarmante estado de los servicios públicos, señalando que la educación está en una situación «nefasta», con estudiantes que tienen solo tres días de clase por semana y un nivel académico en constante declive.
Además de la educación, Barría López apunta a la salud, que califica de «colapsada», y a la falta de oportunidades que lleva a muchos jóvenes a buscar futuro fuera de la provincia. En su visión, los problemas son «estructurales» y exigen soluciones de fondo, no simples reformas superficiales. En este sentido, se muestra escéptica ante la reciente ampliación del Tribunal Superior de Justicia, viéndola como un simple aumento de «burocracia» y presupuesto en lugar de una mejora real para la ciudadanía.
Una nueva esperanza de «cambios estructurales»
Como parte de su propuesta, Analía Barría López se suma al equipo de Jairo Guzmán, a quien considera una «esperanza» para muchos santacruceños hartos del sistema actual. Su plataforma se centra en impulsar «cambios estructurales» y generar «empleo genuino» para los jóvenes, elementos que considera la base para reconstruir la provincia.
La candidata cree firmemente en la necesidad de que una nueva generación de dirigentes, con ideas diferentes, tome las riendas para ofrecer un futuro de oportunidades y revitalizar los servicios esenciales para la población.

Marcela López
Cuatro años han transcurrido desde que Marcela López fue vista por última vez, y su paradero sigue siendo un enigma que conmociona a la comunidad. El 22 de mayo de 2021, esta vecina de 61 años desapareció sin dejar rastro en la zona del estuario de la capital santacruceña, dejando a su familia en una angustiosa espera y a la justicia sin respuestas definitivas.
La última vez que Marcela fue vista con vida, se dirigía a la costanera, como solía hacer. Vestida con calzas y una campera oscura, salió a caminar después de compartir unos mates con su hija Rocío en su casa de la calle Bouchard. Las cámaras de seguridad la captaron «apurando el paso» en dirección al muelle fiscal, y unos pescadores la vieron cerca del Monumento del Amor. Después, el silencio.
La alarma se encendió cuando Rocío regresó a casa y encontró la puerta abierta y la billetera de su madre, con unos $20.000, intacta. Al día siguiente, una pista desconcertante apareció cerca del portón del muelle: la ropa y zapatillas de Marcela, prolijamente acomodadas. Este hallazgo, sumado a pericias psicológicas que indicaban un estado de «angustia», llevó a la justicia a considerar la hipótesis de un suicidio, sugiriendo que Marcela se habría arrojado a las gélidas aguas de la ría.
Una búsqueda infructuosa y un desvío que complicó todo
La investigación, a cargo del Juzgado de Instrucción Nº 2, se enfocó en rastrillajes exhaustivos por tierra y mar. Buzos, bomberos, vecinos y hasta el Ejército Argentino se unieron en la búsqueda, pero los resultados fueron siempre negativos. A pesar del inmenso despliegue, el cuerpo de Marcela nunca fue encontrado.
La causa tomó un giro dramático y confuso cuando el perito Marcos Herrero entró en escena. Con sus perros, Herrero desvió la investigación hacia la casa de la última pareja de Marcela, en la calle Mitre. Lo que siguió fueron falsas pistas y objetos sin relación con el caso, que la justicia tildó de «circo». Se llegó a hablar de un presunto femicidio y de restos óseos, pero las pruebas resultaron ser un engaño. Esta falsa teoría no solo desvió la atención, sino que también generó un tiempo valioso que se perdió.
Una familia que no pierde la esperanza
A pesar de las versiones oficiales y las teorías infundadas, la familia de Marcela nunca se resignó a la hipótesis del suicidio. Su hija Analía, en una entrevista con La Opinión Austral, expresó su escepticismo: “Mi mamá pasó muchas cosas… pero de las que pudo sobreponerse. Su vida está llena de altibajos que tuvo que atravesar. Por eso, a veces, no nos cierra la idea de que podría haberse querido suicidar”.
La investigación judicial, que incluyó la toma de más de cuarenta testimonios, ocho allanamientos y peritajes de diversas disciplinas, no logró determinar las circunstancias de la desaparición.
