Falsas denuncias: Entre la desidia judicial y la urgencia de un cambio Cultural

Lunes, 21 Abril 2025 – En los últimos años, las falsas denuncias se han convertido en una pandemia silenciosa que corroe los cimientos de la convivencia social. Lejos de ser un mal menor, este fenómeno refleja una doble crisis: la ineptitud de un sistema judicial que no cumple su rol y una cultura que, ante la desesperación, opta por la justicia por mano propia. La Constitución Nacional, en su Artículo 18, establece que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Sin embargo, cuando la Justicia falla en investigar con rigor, la sociedad cae en la tentación de convertirse en juez y verdugo, con consecuencias devastadoras.

La justicia que no llega se termina convirtiendo en deuda social. El Poder Judicial, financiado por los ciudadanos para garantizar imparcialidad y celeridad, hoy está lejos de cumplir su mandato. Las falsas acusaciones —muchas veces impulsadas por rencores personales— proliferan porque no existen consecuencias reales para quienes las perpetran. Fiscales y jueces, en teoría encargados de separar la verdad de la mentira, suelen actuar con lentitud o bajo sesgos ideológicos. El resultado es un círculo vicioso: ante la impunidad, la ciudadanía desconfía y toma el control, vulnerando derechos y arrastrando a inocentes.

Las víctimas más frágiles de este caos son los niños. En conflictos familiares, las falsas denuncias de maltrato decantan en impedimento de contacto, que no solo separan a los menores de sus padres, sino que los privan de su identidad y estabilidad emocional. Los procesos judiciales se eternizan, y los chicos crecen en medio de un limbo legal. Pero el problema no se limita a la inacción judicial, los organismos auxiliares, influenciados por una ideología de género nefasta, priorizan agendas ideológicas sobre el interés superior del niño. Esta visión sesgada promueve estereotipos que, lejos de proteger, exponen a los menores a más violencia.

 

Cuando el Poder Judicial  resigna de su deber, surgen los “escraches”: condenas públicas basadas en rumores o antipatías. La gente ya no espera pruebas; actúa movida por la indignación. Este mecanismo, además de injusto, genera un efecto dominó: familias enteras son estigmatizadas, y los verdaderos culpables quedan impunes. Urge, entonces, un cambio cultural que reivindique la presunción de inocencia y exija transparencia a las instituciones.

Desde hace dos años, Unidos por la Infancia Santa Cruz trabaja para visibilizar esta problemática y brindar acompañamiento a quienes la padecen. Una de las principales herramientas de trabajo son los conversatorios, espacios de expresión e intercambio de ideas, para que como sociedad encontremos una salida a esta problemática.

El reciente Conversatorio en Río Gallegos, expuso una realidad alarmante: una red de complicidades entre psicólogos, el Estado municipal y el Poder Judicial que somete a víctimas de falsas denuncias a terapias grupales coercitivas, sin consentimiento ni plazos claros, violando derechos básicos. Ahora, la asociación convoca a un nuevo conversatorio en Puerto Deseado (este próximo sábado 26 de abril, 18 hs. en San Martin y Belgrano), donde se buscará articular estrategias para frenar esta pandemia.

Las falsas denuncias no son solo un delito: son síntoma de un Estado que incumple su contrato social. Exigir una Justicia ágil y transparente, libre de ideologías, es el primer paso. El segundo, como sociedad, es recordar que la verdad no se construye con sospechas, sino con pruebas. Solo así evitaremos que más inocentes paguen por errores que no cometieron. Está en nosotros como comunidad no permitir que se sigan arruinando y perdiendo más vidas por falsas denuncias, como ha pasado con  Ariel Ledesma,  Facundo Díaz, Lucio Dupuy  o el reciente caso del auxiliar docente que fue expuesto sin ninguna prueba fehaciente al escrache de las redes sociales y los medios de comunicación generando un perjuicio irreversible, esto no puede seguir naturalizándose y que todo fluya como si la destrucción de una vida no valga nada. Por eso desde Unidos por la Infancia Santa Cruz pedimos el acompañamiento de nuestra comunidad para que juntos hagamos la diferencia para cambiar esta gran arbitrariedad impuesta por la ideología y perspectivas de género y volver a la racionalidad y normalidad que es la igualdad ante la Ley.